En esta circunstancias llegó una mujer muy devota de la Inmaculada Concepción -doña Carlota Ozuna Aponte- que huía de las tropas enemigas, y convenció a los lugareños de que en realidad se
trataba de la Virgen. Pidió al dueño de aquellos predios que le cediera el trozo de tierra donde manaba el manantial, lo cercó y construyó encima una protección en forma de tatakuá (horno típico). Ya por entonces se comenzó a conocer el venero como “Pozo de la Virgen” o, en lengua guaraní, “Tupasy Ykuá”.
Junto al pozo fue erigida una pequeña iglesia -Tupaõ Tuja- en honor de la Virgencita Milagrosa,